“Hago esta declaración como derecho a réplica, sin perjuicio de reservarme el derecho a iniciar acciones legales que resulten pertinentes”. Con esa frase, disparada a mediados de esta semana, Emilio Sutherland buscaba ponerle punto final a las consecuencias del caso que hace más de diez años él mismo pesquisó, pero que, por razones desconocidas, se encargó de desvanecer en el tiempo.
De alguna forma, el periodista de Canal 13 buscaba apuntar siquiera un arma en contra de todo el batallón mediático que lo mantenía como un blanco fácil en el escrutinio público. Los motivos por los que Sutherland fue acribillado en la opinión pública tienen origen en la denuncia que el escritor Javier Rebolledo realizó en el programa de La Red, Mentiras Verdaderas, el pasado jueves.
Mientras Rebolledo conversaba distendidamente con Eduardo Fuentes -conductor del espacio- sobre los detalles de su nuevo libro, La Guerra de Harvey, texto que narra el rol del capitán en retiro, Rafael Harvey, como denunciante de hechos de corrupción en el Ejército, el periodista de investigación lanzó una anécdota que bien podría ser apenas un pasaje fugaz que se pierde dentro de cientos de páginas, pero que en el trasfondo acumula sendas fojas en tribunales y escritos de prensa.
Se trataba de tres antecedentes que exponían a Emilio Sutherland como encubridor de casos de corrupción dentro del Ejército.
Rebolledo, inicialmente, habló de un miembro de la sección de inteligencia de la entidad castrense que, mientras Harvey se encontraba detenido por destapar irregularidades, acudió a visitarlo y le reprochó haber denunciado la corrupción de sus superiores, confesándole, de paso, que él, personalmente, recurrió a Sutherland para hacerle entrega de $200 millones de pesos en dos maletines para “bajar” un reportaje del programa de Canal 13, Contacto.
Al testimonio del oficial, Rebolledo sumó otro antecedente: Una conversación donde Jozo Santic, en ese entonces director de Finanzas del Ejército, reprende a su par en la división, Clovis Montero, por haberse “metido” con un cabo.
Lo que Santic no sabía era que Montero no pensaba irse preso solo; se lo llevaría con él. Dicho reproche estaba siendo grabado íntegramente por Montero, y, años después, se sumaría a la extensa cantidad de registros que engrosarían las pruebas implicadas en el Milicogate sobre hechos de corrupción enquistados en el Ejército.
“¿Pero cómo te metiste con un cabo? Cuando uno se mete con un cabo ahí es cuando empiezan los problemas”, menciona Santic antes de hablar del “cabo weón” que tenía un reportaje donde salían las señoras de los generales y varios movimientos financieros dudosos, enrostrándole a Montero que él, en compañía del coronel González habían tenido que hablar con Emilio Sutherland para que el material de prensa no fuese publicado. Todo quedó registrado por Montero. Años más tarde, en el marco del destape del Milicogate, se haría público.
El tercer antecedente que expuso Rebolledo era la declaración del periodista de Canal 13 y la fuente de este último. Ambos confirmaron lo evidente: que el reportaje no salió debido a presiones.
Si bien Sutherland se ofuscó y negó tajantemente haber aceptado los $200 millones de pesos para bajar el reportaje, reconoció que el material no había salido a la luz pública, presuntamente aludiendo a que Andrónico Luksic, empresario, benefactor, y reservista del Ejército, se hizo con el control del excanal católico, evitando que el material fuera exhibido.
Por su parte, la fuente de Sutherland, que El Filtrador reconoció como Cristián Opazo Otárola, le ratificó que el reportaje armado con el periodista de Canal 13 nunca había sido emitido, sin poder confirmar o negar la supuesta transacción de $200 millones de pesos a Sutherland por su silencio.
Todos estos hechos contenidos en la declaración de Rebolledo saltaron a la opinión pública el pasado sábado, cuando este Portal publicó por primera vez la noticia que hoy complica a Sutherland, y que motivó la mordaz amenaza del popularmente conocido “Tío Emilio” a todo aquel que se atreviera a hacer eco de las implicancias que tuvo en el caso.
Lo cierto es que, en el 2011, muchos años antes de saltar a la fama por su participación en En Su Propia Trampa, programa dedicado a atrapar y exponer públicamente a estafadores de poca monta y protagonistas de delitos vinculados al narcotráfico, Sutherland amasaba antecedentes que, según señaló Opazo en conversación con El Filtrador, pudieron haber destapado el mayor fraude conocido en la historia de las Fuerzas Armadas en Chile.
Pero la acusación de Opazo no se queda hasta ahí. Se extiende a que Emilio Sutherland no sólo facilitó que el reportaje nunca fuese publicado, sino que también se habría apropiado sin autorización de material que el exintegrante de la entidad castrense tenía en su poder.
En conversación con este Medio, Cristian Opazo repasó las aristas de la información entregada a Sutherland, revelando su rol en el caso de encubrimiento que, a su juicio, pudo haber frenado mucho antes la corrupción desatada en el Ejército.
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A fines de diciembre del 2009, la cruzada interna que Cristián Opazo inició el 2007 denunciando actos de corrupción en el Ejército llegó intempestivamente a su fin. El cabo segundo había sido dado de baja por los mismos a quienes estaba denunciando.
Con una mezcla de sentimientos de decepción, discriminación y molestia en el tono de su voz, el militar comenta uno de los mayores desaires que la institución le hizo una vez que fue desvinculado definitivamente del organismo. “A mí estos weones (del Ejército) me cagaron la vida en un principio. De hecho, mi señora tenía fecha de parto en el Hospital Militar el 1 de enero de 2010, y a mí me dieron de baja el 31 de diciembre del 2009, y cuando llegué a atenderme me dijeron 'sabe que, no lo podemos atender porque hace media hora que usted dejó de ser militar', y mi señora se tuvo que devolver con dolores de parto”, señala todavía algo abatido.
A renglón seguido, añade que “yo no tengo otro Ejército dónde ir a ejercer. Para cualquier militar que denuncie no existe otro Ejército, por lo tanto a ti, cuando te dan de baja, te cagan la vida. Y no sólo a ti, sino que a tu familia”, comenta sobre la desprotección que enfrentan los militares que deciden denunciar hechos de corrupción.
A ello le suma como elemento clave la falta de especialización de los abogados en Chile en materia de Derecho Administrativo Militar. “Son muy pocos los que conocen de esta materia”, asegura, sumado a las variadas estrategias que la institución tiene para dar de baja a los funcionarios sin dar mayores explicaciones. La segunda opción descrita por Opazo, cuando no se puede desvincular a un militar por faltas a la disciplina, es simple, pero no por eso menos efectiva. Si a un funcionario no se le puede dar de baja por comportamiento, sus superiores buscan “reventarlo”, quebrarlo mentalmente hasta que se vea compelido a seguir tratamiento psiquiátrico. Cuando ello ocurre, la institución solicita la baja médica arguyendo incompatibilidad con el servicio. De esa forma, sin dar mayores explicaciones, se desentienden del denunciante. Ese, alude el exmilitar, que fue su caso.
Una vez fuera de la institución, solo quedan dos flancos de batalla para el soldado. Uno es el judicial, instancia en la que se exponen los casos controvertidos ante tribunales con la esperanza que la investigación y los alegatos prosperen. En esa trinchera, Opazo ha buscado especializarse. Estudió Derecho con la intención de defender sus causas frente a los militares por su cuenta, dedicándose también a hacer asesorías a otros militares en similar situación.
Mientras, el segundo flanco en el cual pelear es el mediático. Llegar a los medios de prensa y buscar que la corrupción sea condenada por la opinión pública. Para librar su primera batalla en este campo, es que Opazo, tras solicitar apoyo en un móvil de Mega, sorpresivamente fue contactado por Emilio Sutherland, que, en ese entonces, trabajaba en el programa de investigación de Canal 13, Contacto.
Sutherland le prometió investigar y sacar a la luz todos los antecedentes que el excabo segundo tenía en su poder, aristas que, según menciona Opazo, pudieron adelantar el destape del Milicogate y, en cierta medida, "ahorrar" miles de millones en fraudes cometidos antes que el caso se hiciera conocido a mediados de la década pasada.
La información comprometedora a recabar no era poca, tampoco superficial. “Trabajé en la sección de informática, computación y estadísticas, y pongo negrilla en eso, porque es una sección privilegiada dentro de cualquier unidad militar (…) Las estadísticas siempre implican información, la tienes toda, y yo trabajaba ahí, por ende tenía toda la información del regimiento. Es decir, si alguien hubiera querido investigar de verdad, pude haber despedazado a cualquiera, pero no con malas intenciones, sino con la finalidad de destapar la corrupción", dice, adelantando su rol dentro del regimiento en que observó las primeras irregularidades.
Cualquiera que se hubiera adentrado en el caso, con las claves correctas para acceder a la información controvertida, se hubiese encontrado con una pila de documentos que configurarían apenas un atisbo de lo que ocurría dentro de la institución.
En seguida, detalla cómo fue el primer acercamiento con el periodista del excanal católico. “Emilio Sutherland me contacta, llega en una van ploma a la Villa Militar donde vivía, y ahí yo le cuento que estaba siendo perseguido, hostigado, y que me habían dado de baja por una serie de acosos, porque yo no quise ocultar unos libros de arriendo de vehículos fiscales, facturas de compras a sobreprecios, empresas ficticias, licitaciones dirigidas, arriendos de contenedores, pago de viáticos inexistente, defraudaciones millonarias en combustible y así sucesivamente”, recuerda, aún un tanto afectado por la situación ocurrida hace 10 años.
En desglose, conforme cuenta Opazo, estaba en conocimiento del mal uso de equipo fiscal para cumplir labores privadas de los altos mandos de la institución, así como disponer de conscriptos y suboficiales para ejecutar dichas encomiendas. Entre risas recuerda la habitualidad con la cual generales ordenaban a conductores pasear a su esposa por centros comerciales. “¿Qué guerra va a ir a hacer una señora al supermercado? ¿Contra quién va a ir a pelear?", bromea.
Por otro lado, y en esta misma línea, aseguró que los generales, coroneles y oficiales jefes usaban a los militares de menor rango para llevar a cabo labores que implicaban fletes por cambio de domicilio de mandos que así lo requirieran.
A modo de ejemplo, indica que cuando un militar del alto mando necesitaba realizar una mudanza, por poner un caso, un subordinado, con la intención de ganarse el beneplácito de su superior, realizaba el cambio de domicilio disponiendo de los conscriptos, además de almacenar las pertenencias particulares de sus superiores y familiares en containers de uso fiscal destinados inicialmente para guardar pertrechos militares. Sin embargo, el oficial que se mudaría se embolsaba de todas formas el bono del Estado destinado para costear la mudanza.
No obstante, lejos, la operación que habría implicado mayores montos en el desfalco habría sido la de cobro de sobreprecios, utilizando empresas creadas con el único fin de defraudar al Estado para licitar, a costos excesivos, productos y servicios.
"Cuando un vehículo fiscal se daña porque ya tiene mucho desgaste, ahí viene otro problema, donde entramos al pago de los sobreprecios. Yo lo que pesquisé en el regimiento fue que visitaban empresas fraudulentas, creadas para ese único fin, de defraudar al Fisco (...) A propósito de esa denuncia que yo hice en Contraloría, y que fui acompañado por el propio periodista Emilio Sutherland, él me acompañó con todas las cámaras e hizo toda la farándula ¿Para qué? Esa denuncia finalmente llegó a buen puerto, pero a medias, y en esa denuncia dice que yo estoy dispuesto a ir a la Contraloría para entregar mayores antecedentes y complementar lo necesario. Desde ya estaba diciendo que yo tenía más información", alega, implicando por primera vez a Emilio Sutherland en episodios que, a juicio de Opazo, buscaban "frenar" que sus denuncias se conocieran mediáticamente a través de la prensa, en este caso, el programa Contacto de Canal 13.
“Cuando yo denuncié esa situación, habían vehículos del año 98, del año 2000, y esos vehículos, que ya estaban desgastados, cuando hacían, por ejemplo, el cambio de pastillas, los cambios de pastilla, por partida, salían $212.500 pesos, en circunstancias donde las mismas pastillas las licitaba otra unidad militar ASME en $3.040 pesos, entonces si tú ves la proporcionalidad entre pagar $3.040 pesos por pastilla versus los $212.500 pesos por pastillas, evidentemente hay un sobreprecios. Y lo más vergonzoso de esto es que la situación la conoció la Corte Marcial, y el II Juzgado Militar de Santiago, también fue querellante el Consejo de Defensa del Estado y dicen que evidentemente hubo pago de sobreprecios, lo hubo, pero no es delito”, complementa Cristián Opazo, avergonzado por la situación.
"El problema estaba que esas empresas que vendían a sobreprecios eran empresas creadas exclusivamente para adjudicarse las licitaciones, porque a nadie más le habían vendido", finaliza.
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Conversaciones, archivos desaparecidos y el encubrimiento del Milicogate: las aristas que complican a Sutherland
El caso investigado, aclara Opazo, era crucial para haber destapado o evitado anticipadamente el Milicogate. A los ojos del excabo segundo, la presión mediática hubiera conducido a investigar con mayor rigurosidad aristas del posterior megafraude, poniendo mayor control sobre las finanzas y movimientos del Ejército de Chile.
"Para hablar a nivel general, y es lo que yo exponía en contraloría, necesitaba que intervinieran e investigaran, porque yo no puedo ir unidad por unidad revisando los vehículos", comenta Opazo, destacando que el rol de Sutherland era fundamental, pero que, por alguna razón, optó por bajar la información.
“¿Por qué bajaron el reportaje? –se cuestiona el exfuncionario– Y esto es lo grave, porque en el reportaje se iba a citar a muchos generales y a muchos coroneles", dice, asegurando que el reportaje elaborado era una bomba periodística. “De mi denuncia nacen varias de las aristas del Milicogate", reitera.
- le quiero preguntar si esto hubiera salido a la luz pública, a través del reportaje que estaba preparando con Emilio Sutherland... –Opazo interrumpe y saca sus conclusiones con la velocidad de un latido de corazón.
¡Se habría evitado el Milicogate! Porque habría más control, pero nadie quería controlar. Ese era el problema. Por eso que el general Jozo Santic, que cumplía las funciones de contralor del Ejército y tenía que velar por el adecuado uso de los recursos fiscales, era finalmente quién encubría el mal uso de los recursos fiscales, hacía todo lo contrario.
-Usted habla de un audio y varios documentos que le entregó a Sutherland. ¿Nunca los devolvió?
- Llevo más de 10 años esperando a que los devuelva, se lo digo y no me replica...
¿Había copia de esos documentos?
-Yo fui tonto hasta las 12 no más, también guardé copia. Pero hubo documentos que los perdí, habré guardado el respaldo del 90%.
¿Los perdió por entregárselos a Sutherland?
-Los perdí por entregárselos a él.
¿Eso significa que parte de la información que usted tenía permanece oculta?
-Sí, y eso lo encuentro grave. No sé si se podría pedir a la ministra de la Corte Marcial Rutherford ordenar incautar los servidores de Canal 13 y obtener la grabación del reportaje. Estaba terminado. En ese pendrive yo también tenía grabaciones de audio donde yo conversaba con el coronel, que incluso me ofreció irme en comisión de servicio al extranjero.
Se refiere al coronel Vega, aclarando que el ofrecimiento habría sido para comprar el silencio de Opazo.
¿Qué tanto hay de cierto en el pago de coimas a medios de comunicación por bajar la información?
Yo no puedo dar fe de ello, pero no lo descarto. Puedo sacar mis conclusiones, pero no lo puedo probar. La cosa es súper simple, si tú unes mí denuncia en Contraloría, el reportaje que ocultó Canal 13, y lo que dijo el general Jozo Santic a Clovis Montero, donde hablan de mi situación, ahí hay testimonios diversos y distintos ¿Por qué estaban tan desesperados? Porque involucraban a muchos altos mandos.
¿Usted dice que la información que Sutherland se negó a devolver ayudó a zafar a varios altos mandos?
-¡A muchos!
¿Recuerda nombres?
-Los recordaré a vuelo de pájaro. Estaba Fuentealba, estaba Valdivieso, que era el comandante de la División de Logística, estaba el general Piuzi Cabrera, que también estaba en la división de logística, estaba el general Izurieta...
Muchos de ellos cayeron. Si se hubiera publicado el reportaje, ¿se habría evitado todo el fraude millonario?
A mí Emilio Sutherland me aseguró que el reportaje sí o sí salía, y me dijo que estaba tan indignado (luego que bajaran el reportaje) que pensaba poner su cargo de disposición en el canal. Entonces, nunca renunció, nunca me devolvió los documentos, el reportaje nunca apareció... Entonces tú me preguntas, qué creo yo, bueno, yo creo que sí (recibió un pago). ¿Te lo puedo asegurar? No, y no estoy injuriando a nadie. El testimonio de Harvey llega por otro oficial de inteligencia, que no me conocía.
En el reportaje él grabó seis meses, me grabó a mí y yo lo acompañé al regimiento, fuimos a la Torre G, que es el edificio de los generales que están acá en Santiago. Fuimos a grabar al Comando de Apoyo Administrativo, que es de donde salió el coronel con los fardos de pasto (...) El tema de los fardos de pasto no estaba ni siquiera considerado en el reportaje, porque evidentemente era solo un alto oficial, era solo un coronel, y a Emilio Sutherland yo le entregué un listado con todos los coroneles y generales que arrendaban vehículos y contenedores a título gratuito y oneroso.
-En su defensa, Sutherland dijo que el reportaje no se emitió por falta de antecedentes...
¡¿Cómo va a decir que fue por falta de antecedentes?! Si él conmigo grabó seis meses. Me acompañó al regimiento. Él se apropió sin mi consentimiento del material, lo desapareció. Vi el reportaje horas antes de que saliera al aire. Ese día me dijeron que fuera al canal, y yo creo que fue todo un engaño, yo creo que él sabía que no iba a salir, pero para que yo no reclamara en ese momento. Ahora Sutherland dice que lo cuestionan después de 10 años, pero nunca señala que durante 10 años nunca respondió mis correos.
Si hubiera sido así, por falta de antecedentes ¿Santic y González hubieran hecho todos los esfuerzos para bajar el material?
Ni cagando, perdóname que te hable en francés, pero es que... tú me dices 'si hubieran faltado antecedentes... ¿Santic se hubiera interesado en parar un reportaje?
-Esa es la pregunta, porque es lo que dice Emilio...
Eso dice él, pero se contradice con lo que dice el propio general. Yo creo que esa pregunta se responde con la declaración de Jozo Santic, donde dijo lo del "cabo weón que tenía un reportaje que iba a hacer mierda al Ejército", entonces ¿cómo no va a tener peso? O sea, el Ejército permitió que saliera un reportaje del coronel pero no permitió que saliera el reportaje del "cabo weón", que era tan weón que les ganó todos los juicios.
-También se defendió diciendo que sí sacó una segunda parte del reportaje sobre una persona que usaba los vehículos en beneficio personal.
Yo te comento que lo que él dice es falso, porque el día que dice que ese reportaje lo cortaron porque la línea editorial no lo encontró importante, porque eso es lo que dio a entender, publicó un reportaje de un coronel que vendía fardos de pasto en el hipódromo, porque, fíjate tú, para contextualizar, el cambió un reportaje que involucraba a muchos generales, y que involucraba a muchos coroneles, respecto al uso de vehículos fiscales y pago de sobreprecios. Entonces, él, con la línea editorial, deciden sacar mi reportaje y exponer a un solo coronel. Este tipo tomaba un camión fiscal y lo llevaba a una parcela, y allá cortaban el pasto y lo iban a vender al hipódromo, pero en suma estamos hablando de un solo vehículo fiscal, del cual abusó un solo coronel, pero yo acá, en mi denuncia, involucraba a muchos altos mandos, entonces no sé cual es la proporcionalidad entre dejar a un alto oficial como él dice, y sacar a muchos altos oficiales (…) Decide sacar a varios coroneles y generales, y dejar a un solo coronel –Entonces Opazo suelta una risa entrecortada recordando la burlesca situación– y ese fue el gran cambiazo que hicieron. Y por otra parte, él dice en su contestación que el reportaje iba a salir, pero que a las semanas después salió el reportaje que decía que había sido aprobado, y eso es falso, porque el mismo día que salió el reportaje del tipo que vendía fardos de pasto, ese mismo día yo estuve en Canal 13, y vi mi reportaje terminado y editado, yo fui a Canal 13. Te comento, me emocioné bastante, y casi me puse a llorar, porque estaba muy bueno el reportaje. Entonces no me pueden decir que la línea editorial no estuvo de acuerdo, yo lo vi editado. Se supone que el reportaje iba a aparecer en la noche, me vine lo más rápido que pude a mi casa, y aquí en la casa estuve esperando que apareciera y nunca salió. Y toda mi familia quedó como “¿qué onda? ¿No iba a salir hoy ese reportaje? Estuviste seis meses con ese tipo, ese tipo te engañó”.
Lo grave está en que después le pedí los documentos, le dije que era importante para mí, para mi familia, yo me comunicaba con él por teléfono y correo electrónico, y después de que no sale el reportaje, él me cita al día siguiente al canal y me invita a comer, y me dice que está desconcertado, que no sabe que pasó, y me asegura que el reportaje lo iba a sacar, porque fue para él un golpe duro y que está complicado, y menciona que se debe a los cambios de dueño del canal, y que prefería renunciar a Canal 13 porque no iba a perder seis meses de trabajo... Y ya han pasado 10 años y todavía no aparece el reportaje, tampoco nunca renunció…
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La historia de Opazo, sobre el incidente que hoy complica a Emilio Sutherland termina de una forma tan abrupta como indecorosa. “Así es cómo le empecé a preguntar, una vez al mes, para no quitarle tiempo, después una vez cada tres meses, después finalmente me bloqueó las llamadas”, culmina, a la espera de que el caso que se inició hace 10 años sume nuevos antecedentes.
Mientras, sobre su cruzada personal en contra del Ejército, concluye diciendo que “la reflexión final a la que llego es que sale tan barato defraudar al Fisco o dañarle la vida a un funcionario…”, apuntó sobre su caso y las bajas sanciones a quienes perpetran hechos de corrupción.