Piense en algo sórdido y de seguro ya es o será parte de la teleserie “Perdona nuestros pecados”. Es que el culebrón de Mega, que ya inicia su segunda temporada, ha hecho escuela en el género dramático criollo apelando a lo peor de la raza humana.
Pocas veces una producción nacional de este tipo había mostrado un incesto. La relación entre Armando Quiroga (Alvaro Rudolphy) y su hija Isabel (Alejandra Araya) representa una bestialidad condenable y repugnante.
Lo mismo que el romance entre Elvira (Katyna Huberman) y su hijastro Horacio Möler (Gabriel Cañas). Puntos más en la perversión convertida en guión telesérico.
Las historias de cama en el marco de lo cuestionable son la tónica de la exitosa serie. Ya en el pasado quedaron las fogosas imágenes del Cura Reynaldo (Mario Horton) y Mariana Digirólamo (María Elsa). La sotana quedó al lado del lecho del religioso para revolcarse con la rubia hija del empresario más poderoso de Villa Ruiseñor.
Las violaciones son otro de los elementos predilectos de Pablo Illanes para demostrar que en aquellos años el delito era común. En este contexto la escena de la agresión sexual a Ingrid (Romina Norambuena) marcó un precedente dada la crudeza del relato visual.
El sexo llevado al extremo es el elemento central de este culebrón. Y en el ránking de lo sórdido hay de todo. El romance de Lorena Capetillo con su padrastro es otro punto en la selección.

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En el top five está sin duda el trío entre Carlos Moller, Augusta y Laura en La Casona, el viejo prostíbulo del pueblo.
Drogas, alcohol, chantajes sexuales, prostitución. De todo hay en “Perdona nuestros pecados”, la versión televisada de Sodoma y Gomorra. Y ojo porque viene la nueva temporada recargada. La pregunta cabe de cajón: ¿con qué nos sorprenderá Pablo Illanes? Si ya hemos visto las más aberrantes conductas sexuales, ¿qué viene? ¿Zoofilia? ¿Necrofilia? Habrá que ver los nuevos capítulos.