Han pasado un poco más de 30 años desde que el Papa Juan Pablo II visitó nuestro país, convirtiéndose en el primer Sumo Pontífice en hacerlo. Corrían los primeros días de abril de 1987 cuando besó nuestra tierra, imagen que hasta hoy recordamos con afecto.
En ese tiempo eran mis primeros días como periodista titulado y con entusiasmo me acerqué a la revista Cosas para ofrecer mis servicios como fotógrafo.
Tenía experiencia con el Santo Padre. Ya había cubierto una visita del Papa Juan Pablo II a Sudamérica. Fue en enero de 1985, en Ecuador, cuando despaché artículos y fotografías para el diario La Nación.
De esa visita siempre recuerdo cuando el Papa llegó a Latacunga, en plena sierra (a 2.750 metros de altura) a poco más de 100 kilómetros de Quito. Inolvidable el silencio que se produjo en los miles de fieles que no daban crédito a sus ojos: el Papa estaba en sus tierras.
La revista Cosas aceptó mis servicios y me pagarían por cada foto que publicaran
Cubrí la llegada del Papa al Cerro San Cristóbal, las misas en el Estadio Nacional y en la Bandera, la ida a Rodelillo, el doloroso encuentro en el Parque O???Higgins.
Estuve en la primera línea de la acción de un hecho histórico. El lente me hizo sentir de muy cerca sus palabras, cuando con voz firme nos dijo a todos ???el amor es más fuerte???.
Recuerdo que fue muy bien valorado que Juan Pablo II se diera el tiempo de estar varios días en Chile y que llevara su mensaje a gran parte de nuestra loca geografía. En esos días, a pesar de las protestas, las presiones internacionales y las solicitudes de todo tipo, la democracia parecía lejana.
No se veían chances de cambio, a pesar de la extensa dictadura de Augusto Pinochet. Recién dos años más tarde veríamos la luz al final del túnel.
Vuelvo a mi acuerdo con la revista Cosas
Luego de la visita del Papa, al hojear la revista mostraba con orgullo las imágenes que me habían publicado. Estaba convencido (y sigo estándolo) que eran muchas. Sabía que eran mías. El ojo no me engañaba.
Al final, tras un recuento que hizo el editor, un mes después de la visita, me dijeron que me habían publicado sólo 16 fotos. ¡No lo podía creer!
Todavía me irrita mi ingenuidad de no dejar marcas al iniciar las tomas. Simplemente disparé. Cuando pedí una explicación me dijeron: ???el fotógrafo de la revista hizo tomas idénticas???.
Tuve que creer. Retirar mis fotografías, agradecer la oportunidad y tomarlo como aprendizaje.
Jamás imaginé que con los años dejaría la fotografía (que era mi pasión al salir del colegio), que no habría mucho tiempo para el periodismo y que menos de un año después que terminara los estudios de posgrado se abriría la puerta hacia la dirigencia deportiva.
Y ahí, lo que aprendí detrás de una cámara me ha servido muchísimo. Sobretodo lo importante que es ir dejando huellas de lo que uno va haciendo. Para aprender de los errores, para fortalecerse en los aciertos.
Tres décadas después, vivo la visita del Papa Francisco de manera muy distante. Y afortunadamente el contexto es otro. A pesar que nos hemos polarizado de tal manera que pareciera que sólo existen los buenos y los malos y en el medio no hay nada, sólo mentes afiebradas pueden pensar que la democracia puede volver a extraviarse.
Mi esperanza es que la venida del Sumo Pontífice nos alimente con tolerancia pues nos hemos perdido en el camino.
Bienvenido a Chile, Papa Francisco.