Acoso textual: La red de mentiras creada por el falso director de revista SML para seducir a Karla Quiroga

La panelista del programa “Así Somos”, Karla Quiroga, denunció ser víctima de un impostor que, alegando ser el director del popular medio Small Medium Large (SML), la contactó para realizar una privada “sesión de fotos”, reabriendo el debate que existe sobre el acoso en redes sociales.

Versa el dicho popular que cuando algo parece demasiado bueno, generalmente no lo es. Dicho y hecho. Durante la tarde del 16 de febrero, Quiroga extendió su mano para revisar uno de los tantos mensajes que recibe en la bandeja de entrada de su dispositivo móvil. El mensaje que leyó parecía ser inocuo, hasta beneficioso: una aparente oferta de trabajo a través de un breve y sutil texto privado en Instagram. Sin embargo, aquellas líneas derivaron en un serio impacto para la vida de la panelista.

Dice llamarse ‘Sofía’ y trabajar para SML. La oferta es directa y sin tapujos. Desde un inicio, la supuesta agente del medio exhibe un catálogo bien nutrido que caracteriza al sello de la revista: entrevista, fotos y ‘videobook’, que es el paquete utilizado para captar la atención de la panelista de “Así Somos”. Tras un corto intercambio de contactos y mensajes, ‘Sofía’, en tono amable y diligente, envía el número del presunto propietario del medio: “Mejor que hables directamente con el dueño de la revista, él te puede dar más información”. Se refiere a un tal “Hitan Fabián”. Los días pasan y Quiroga aún no se pone en contacto con el sujeto: “Dice Fabián que no le has hablado”, comenta ‘Sofía’. Sin embargo, ante la negativa de Quiroga por charlar con el sujeto, es éste mismo quien decide contactarla.

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“Tenemos que juntarnos” es la frase que más se repite por parte de Fabián, todo adornado de un meticuloso lenguaje que denota experiencia en el rubro: “la marca asociada”, “el presupuesto”, y otros tantos oropeles usados para engatusar a Quiroga. La clave, el paso en falso, el error del parlamento que encendió la suspicacia de la panelista fue un parafraseado ofrecimiento de dinero para llevar a cabo la sesión fotográfica: $10.000.000 que, según contó Quiroga, le dijeron podría llegar a obtener. “Esas cosas no pagan, generalmente”, dice reflexionando. Su voz se hace más aguda y en el recuerdo del acontecimiento nace un tono de alerta que evoca el inicio de esta historia.

“Insistía mucho en que nos juntáramos. 'Juntémonos, juntémonos, juntémonos. Vamos a tomar algo’. Y, en paralelo, la supuesta Sofía me dice ‘él te conoce, te vio en El Ciudadano varias veces'", recuerda Quiroga. El acoso saltó del ciberespacio directamente a la vida real. En efecto, El Ciudadano solía ser un lugar que Quiroga frecuentaba. “(Sofía) me dice 'él es el dueño del Ciudadano'”, agregando que Fabián tenía una historia de humildad, éxito y superación, incluyendo cinco restaurantes bajo su administración, la dirección de SML y, por si fuera poco, una exótica carrera como futbolista. "Le fue muy bien en el continente asiático", complementa "Sofía".

Además, frases de ribetes infantiles como “creo que le gustas” o “serás mi nueva jefa” son recurrentes por parte de la tal ‘Sofía’. ¿Por qué lo vende tanto? Se pregunta Karla. Trata de calmarse a sí misma y reflexiona sobre la posibilidad de que el sujeto en cuestión fuese un adinerado que, abusando de su posición social y estatus, buscara aprovecharse de ella. Sin embargo, la situación llega a ser más compleja que un simple "ricachón" cumpliendo sus caprichos.

Quiroga buscó despejar las dudas en su ambiente de trabajo. “¿Alguien conoce esta revista?”, pregunta Karla, “¡Sí, es muy buena!”, le responden sus compañeros. No obstante, al momento de enseñar la identidad del sujeto, las muestras de aprobación cambian radicalmente hacia la confusión “Pero si yo conozco a este tipo, es un mozo de El Ciudadano, ¡y al dueño también lo conozco, él jamás ha sido el dueño!”, respondió una de sus colegas. Dentro del psicoanálisis junguiano aún no existe el arquetipo de "chanta”. Sin embargo, Quiroga, psicóloga de profesión, bien podría estar a un paso de acuñarlo. En ese momento ya se encontraba en el centro, en el climax de la trama, lo suficientemente lejos de la entrevista de ensueño y a su vez, de conocer las difusas intenciones de este impostor.

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El Clon

En concreto, Karla Quiroga fue contactada desde el presunto perfil de Instagram de la revista, (@revistasml, el real), solo que este culminaba con un “2.0” (revistasml2.0, el perfil falso). La cuenta en cuestión es un clon de la original: las mismas publicaciones, similar cantidad de seguidores y una nutrida cartera de contactos a quienes contactar a voluntad.

Quiroga comenzó su propia investigación con tal de llegar al fondo del asunto, contactando a la revista original. Para su sorpresa, fue Nina Mackenna, asociada al medio verídico, quien confirmó lo evidente: se trataba de un perfil falso. Desde la organización señalaron que lo “habrían contactado” y que pensaron dejaría de hacerlo, dando a entender que Quiroga no es la primera en sufrir dicho perjurio por parte del supuesto Hitan Fabián. Además, la revista dio a conocer el hecho en sus redes sociales con la finalidad de resguardar su marca.

Este tipo usa esto, no con fines de trabajo, sino para enganchar mujeres, que le crean, que le compren el cuento… y anda tú a saber qué hace después, si es capaz de inventar que es dueño de una revista, que es dueño de El Ciudadano, que es dueño de esto y de lo otro…que ofrece plata. Por todos lados ejerce una coerción psicológica que te empuja todo el tiempo a salir con él… Es peligroso, porque si es capaz de inventar todo eso, ¿qué más es capaz de hacer cuando logra juntarse y estar contigo?”, añade Quiroga.

En una especie de llamada de atención a la legislación sobre el desregulado mundo de las redes sociales, la psicóloga afirma que desde el momento en que el nombre de una revista es utilizado para estos fines, ya debería ser motivo de denuncia, “pero no pasa nada. Si te compruebo que hay un tipo tránsfuga usando un nombre que no le corresponde, y que es obvio que lo usa para algo malo, y que tienes a alguien que tiene el testimonio y te cuenta lo que pasó, que tiene pruebas… Da lo mismo, él puede seguir contactando de aquí en adelante a cien mujeres más si quiere y las cien pueden caer e ir a juntarse con él. A mí me estaba ofreciendo ir con él a la Cascada de las Ánimas, ¡¿Qué cresta quería hacer conmigo?!”, sostuvo la panelista.

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La red social

No es primera vez que Quiroga se enfrenta a algo así. Conforme a fuentes consultadas por El Filtrador, existe un precedente de alto riesgo para la integridad física de la psicóloga. “Fui a la PDI, aunque compruebes que una persona tiene intenciones psicopáticas, y que para ello usa sus redes, no se puede hacer nada. Es como que hasta que no maten o le hagan daño a alguien, no se puede”, recuerda Karla con resignación, asegurando que en aquella oportunidad debió tomar, personalmente, precauciones para sentirse a salvo.

Hoy los mensajes del tal Fabián dejaron de ser respondidos por parte de la psicóloga. Sin embargo, no han cesado. El peligro aún es latente. Karla Quiroga no es la única. De un modo u otro, cada persona en redes sociales es vulnerable. El miedo suscitado es algo que cala muy profundo en la mente del ser humano. Se apodera de variados aspectos de la vida y lo que antes eran paseos por el parque, pueden convertirse en profundos ataques de pánico. En medio de la polémica acaecida por el destape de los ciberacosadores de Nido.org, foro dedicado a compartir información de mujeres para denigrarlas y acosarlas, los focos vuelven a estar sobre los límites del ambiente digital, el anonimato tras el teclado y sus intenciones. Sobre todo cuando el mundo virtual se ha fundido con la realidad.

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