El discípulo de Felipe Avello que sorprendió en “Coliseo” y busca llegar al Festival de Viña 2026

El comediante Óscar Thiers, creador publicitario y standapero oriundo de Carahue, deslumbró en el programa de Mega con una rutina que combina ironía, lenguaje preciso y la influencia directa de Felipe Avello.

Oscar Thiers en su presentación en Coliseo de Mega

La noche del sábado, en plena franja prime, Mega estrenó un nuevo episodio de “Coliseo”, donde el humorista Óscar Thiers se convirtió en una de las grandes revelaciones de la jornada. Con una rutina afilada y estilo propio, el discípulo de Felipe Avello conquistó al jurado y avanzó en la competencia que podría llevarlo al Festival de Viña 2026.

De esta tanda, Thiers fue una de las grandes sorpresas de la velada, avanzando a la siguiente etapa de la competencia luego que buena parte del jurado viera potencial en su rutina de stand-up.

Con un humor irónico e irreverente, el joven publicista creativo de Canal 13 dio sus primeros pasos en el arte de hacer reír —hace 11 años— bajo el alero del reconocido comediante Felipe Avello. El apodado "pececillo" no solo fue uno de sus primeros maestros, sino que también le dio un gran espaldarazo a su incipiente carrera, solicitándole a Thiers abrir sus espectáculos a lo largo de todo Chile.

El camino para escalar en el oficio ciertamente ha sido largo. Con altos y bajos, todo se trata de un proyecto que se va construyendo con el tiempo. En este último año, Thiers, oriundo de Carahue, en La Araucanía, ha dado un salto importante, ya que, si bien la oportunidad de estar en el Festival de Viña antes parecía algo distante, hoy está más cerca que nunca.

En entrevista con El Filtrador, el comediante detalla cómo es su promisorio humor, los procesos que personalmente ha tenido que atravesar para convertirse en la persona que es hoy, su adicción a la comedia, a la que considera "la droga" más sana de todos los tiempos, y revela su ambición de permanecer ligado a la industria televisiva para revolucionarla —y refrescarla— desde sus entrañas.

¿Cómo partió en la comedia?

Partí en 2014. De hecho, estoy cumpliendo 11 años. Empecé con Felipe Avello, quien hizo un taller de stand-up. Yo me inscribí y él me ayudó. Al principio, lo teloneaba, abría sus shows y viajaba con él a presentarme en regiones.

¿Qué cree que motivó a Felipe Avello a querer que lo teloneara?

Creo que le caí bien. Aparte, los dos somos de región, creo que por ahí conectó conmigo. Le gustaban mis chistes en ese tiempo y mi forma de ser en el escenario. Fue genial partir de la mano de alguien tan consagrado. Igual fue una experiencia súper extraña en ese tiempo. Como que estaba estudiando, pero al mismo tiempo me tocaba moverme por ciudades de todo Chile. Simplemente me entregué y vi que podía hacer de la comedia una carrera. Por supuesto que ha sido largo el camino, con altos y bajos, tocando puertas e intentando.

¿Cómo definiría su estilo de humor?

Soy muy disciplinado con las palabras, me gusta mucho el lenguaje, es el único ramo en el que me iba bien en el colegio, la verdad. Trato de jugar con las palabras exactas y me gusta sorprender a la gente con ese remate que no lo ven venir. Diría que soy bien irónico y me gusta un poco hacer sentir culpable a la gente, como de reírse de algo que quizás no es correcto, ja, ja, ja. Pero eso solo termina de cerrarse en la cabeza de la gente.

¿Cómo te sientes por la posibilidad de llegar a Viña a través de este programa?

Llegar a "Coliseo" fue bacán porque siempre le hice el quite a la tele, a mostrar stand-up en televisión. Tenía muchos prejuicios, como que te podían editar, censurar o que con la edición no iba a quedar tan bien. Pero me la jugué ahora porque sentí que este es mi año. Me atreví a ir y quedé, entre 500. Fue un filtro importante. Llegué al casting sin ninguna preparación, fui yo nomás, a la suerte. Me he sentido muy contento con la experiencia y con la gente que trabaja en el programa. Están cuidando mucho a los comediantes y agradezco este espacio.

¿Es un sueño para usted presentarse en el Festival de Viña?

No era un sueño, pero se está convirtiendo en uno. No estaba en mi radar subirme a la Quinta Vergara en febrero. Siempre pensé que sería mucho más adelante, pero si se da ahora, iría feliz. Siento que tengo buenos chistes, confío mucho en ellos y siento que me podría ir bien. Soy de región y siempre rescato esa parte en mi show, por ahí puedo conectar muy bien con la gente.

En su perfil se destaca que hace un tiempo no lo estaba pasando bien emocionalmente...

Sí. De hecho, me alejé del stand-up un buen rato porque tenía muchas cosas en mi cabeza. La típica crisis de los 30 me pegó harto, no saber si lo que estaba haciendo estaba bien, si iba avanzando en la vida. Me empecé a cuestionar si de verdad esto era lo que quería hacer. Sentía que avanzaba, pero no llegaba a ningún lugar. Pero este año ha sido mi año en todo sentido, se me abrieron muchas puertas. He estado en la tele varias veces haciendo cosas como en Porcel TV, un canal de YouTube, y ahora lo de "Coliseo". Ha sido un gran año.

Tuve una crisis vocacional muy fuerte porque soy publicista y trabajaba en agencias de publicidad, un medio muy estresante donde nunca pude desenvolverme ni fui feliz. Cumplía y me iba bien, pero por dentro odiaba ese mundo. El humor me da la oportunidad de intentar triunfar con mis ideas. En la agencia le vendía la idea a otras personas y otros se llevaban los créditos. Ahora estoy brillando con luz propia, sin filtro, soy mi propio jefe en el humor.

¿Cómo la comedia modifica su personalidad?

Los que me conocen destacan que en el día a día soy una persona muy seria, muy tímida. Me gusta hacer reír o reírme, pero en ambientes de mucha confianza. Si me conoces, dirías que soy fome, serio, enojado. Cuando me subo al escenario, se apodera de mí otra persona, con más energía. Obviamente, hacer stand-up me abrió muchas puertas y modificó mi personalidad. Siento que hoy tengo mucho control de mis emociones gracias al stand-up. Es una faceta que no sale en el día a día, es muy difícil. Solo lo consigo haciendo stand-up, ahí sale esa persona que creo que también tiene un poco del niño interior o el niño que fui hace años, que se divertía con tonteras. Es la oportunidad de volver a reírte de esas tonterías. Escarbo mis recuerdos y por ahí sale un Óscar mucho más honesto. Espero que algún día las dos facetas se fusionen. La comedia ha sido súper terapéutica para mí, es lo que me mantiene en pie, lo que me ha ayudado. Si estoy triste, reírme y hacer reír me cambia todo el día. El stand-up para mí es como ir a terapia. Sentir el calor del público también.

Es muy fuerte la sensación de hacer reír. Es como una droga, una sensación de adrenalina, de efervescencia, difícil de describir con palabras porque es muy de sensación. Después de terminar tu show, quieres volver a sentir eso y quieres volver a contar un chiste para volver a sentirlo porque dura muy poco. Por eso te digo que es como una droga, es adictiva. Llevo 11 años en esto. Soy un adicto a la comedia, una adicción sana.

Una cosa es la comedia en vivo, stand-up, y otra cosa es la tele. ¿Cómo se lidia con la exposición de los medios?

Estoy entusiasmado, no le temo a nada de lo que vaya a pasar, de posible fama o posible fracaso. Estoy entregado a que todo va a resultar bien. Hasta ahora todo ha sido solo ganancia. Hasta esta instancia, ya gané. Lo que me entregue el programa, lo recibo feliz. No tengo problema de nada, incluso las críticas. Me imagino que cuando salga el show, habrá gente que me tildará de fome, pero es parte de ello. Me quedo con los que van a disfrutar y me van a conocer, finalmente. Es lo lindo que la gente conozca que llevo 11 años escribiendo chistes. Ahora van a conocer ese trabajo que por tantos años ha sido casi una obsesión, y por fin va a salir a la luz pública. Yo trabajo para que otra gente se ría, y al final, es el conducto que he hecho todo este tiempo.

¿Le gustaría seguir ligado a la industria televisiva?

Sí, la verdad es que sí. Es un mundo entretenido. Siento que la televisión está necesitando caras nuevas, frescura y gente que quiera correr riesgos, que quiera reinventar cosas, que venga con una mirada quizás más digital. Siento que hay una oportunidad grande y me gustaría tomarla. Que el tiempo me diga si sirvo o no en esa faceta, pero me gustaría intentarlo. Si se me da una oportunidad en la tele, la tomo feliz porque siento que tengo muchas cosas que ofrecer desde el humor y comunicacionalmente también. Soy bastante irreverente. La tele necesita un refresco. Conozco la industria desde dentro, hablo con rostros, estoy metido, solo que estoy detrás de cámara. Pero pasar delante de cámara me motiva, me entretiene, me gustaría. Siento que tengo cosas que le puedo ofrecer a la televisión.