Daniela Urrizola es una viajera empedernida y es esta misma pasión la que la llevó a emprender una nueva travesía junto a su esposo, César Norambuena, en la que recorrieron atractivos destinos turísticos para el programa Viajando Ando, cuya segunda temporada debutará este viernes en Mega.
En este remozado ciclo, el espacio cambia de horario, pasando a emitirse después de la serie Paola y Miguelito en la segunda franja prime. Al respecto, la comunicadora comenta a El Filtrador que "estamos súper felices, entre tranquilos-nerviosos. Siempre una segunda temporada viene a ratificar un poco que la pega se hizo bien en una primera, y en el fondo a consolidar un proyecto".
"Nosotros siempre habíamos hecho programas de viajes que iban los fines de semana, entonces este es un desafío súper grande porque de alguna manera ya salimos un poco como del concepto tan cultural y vamos virando a la entretención, que creo que es súper bonito desafío. Nos ha hecho crecer un montón y mostrar una propuesta distinta a la que teníamos en la primera temporada, eso igual nos tiene súper entusiasmados", dice Urrizola.
La psicóloga de profesión adelanta que en esta nueva temporada tendrán "destinos realmente impactantes", como el Polo Norte, Turquía y lugares más clásicos, como París, Roma, Grecia e Irlanda. Asimismo, comenta que en esta oportunidad su esposo participará de manera más activa, apareciendo incluso en pantalla.
"Cuando estás a cargo de un programa y estás tratando de sacarlo adelante, se empieza a evidenciar que somos realmente turistas, una pareja que viaja, con todo lo bueno y lo malo que eso involucra en términos de pareja. Fue innato que César empezara a tener más protagonismo. Van a ver un programa con una pareja de verdad que viaja y que no está todo tan controlado como muchos pensarían", explica.
El detrás de cámaras
Respecto a anécdotas, Daniela Urrizola indica que hay varias, pero destaca su experiencia en el nordeste de Brasil, hasta donde se trasladaron para grabar un culto realizado por la religión Candomblé. "Llegamos y nos dicen 'ustedes no pueden grabar, esto es una religión secreta. Ustedes van a entrar a un ritual donde no puede entrar gente que no sea de la religión, porque lo que pasa acá adentro es loco'", relata, agregando que finalmente les permitieron ver y registrar ciertos aspectos del ritual. "Siempre nos han pasado este tipo de cosas, que de la nada terminamos en los lugares prohibidos", ríe.
Además, la comunicadora comenta que en el Círculo Polar Ártico perdieron dos drones debido al magnetismo del lugar, mientras que en París sufrieron por "la ola de calor satánica", como la describe.
"Tuvimos que suspender un día de grabación porque no se podía estar en la calle, era como fuego", explica. Agrega que en ese viaje cumplió su sueño de subir la Torre Eiffel, aunque, no de la manera en que había planificado. "Por el calor se había echado a perder el ascensor, no se podía subir y nos dijeron: 'Súbanlo a pata'. Tuvimos que subir la Torre Eiffel con 45 grados y llegué arriba con sangre de nariz, fue horrible. Te mueres lo que fue. Y esas son cosas que obviamente van a ver en el capítulo", afirma.
Problema de salud
Si bien la situación estaba controlada antes de emprender el viaje, pues había recibido el alta médica, estando en Irlanda su estado empeoró. "Fue el primer destino al que fuimos y se me inflamó todo un lado de la cara, me dio una infección súper grave, que era peligrosísimo porque se te puede ir al cerebro. Entonces, efectivamente en algún momento el programa estuvo a punto de no hacerse", señala.
Según cuenta, afortunadamente los antibióticos que le recetaron surtieron efecto y pudieron continuar con el itinerario. "En Grecia me dejaron con ocho antibióticos diarios por 21 días. Imagínate todo lo que me tenía que cuidar para no enfermarme, para no contagiarme de Covid porque no tenía ni una defensa. Pero salió bien, la decisión de seguir adelante fue netamente nuestra, porque yo podía hacerlo", explica.
"Hay capítulos en que mucha gente se dará cuenta (de su afección) pero es algo que me pasó y yo decidí que no iba a dejar mi trabajo de lado, ni me iba a deprimir o estar acá un año encerrada sin salir a la calle por lo que me había pasado", concluye Urrizola.