Entrevista: Las cartas al capitán Rafael Harvey

Rafael Harvey

Fue a mediados de esta semana que todas las armas mediáticas del Ejército volvieron a apuntar directo al capitán (R) Rafael Harvey. El ahora exuniformado pasó de ser parte de la institución castrense a formar una milicia individual, luego que el ministro de Defensa, Alberto Espina, dispusiera su retiro solicitado por el comandante en jefe, Ricardo Martínez.

Sin embargo, el militar ya había librado su primera batalla contra el Ejército mucho tiempo antes, específicamente en 2015 cuando aún era parte del Regimiento Tacna. Tuvo su primera victoria en una pugna contra la entidad por el cobro de guantes para los integrantes de la unidad, valorizados en tres mil pesos.

Lo que comenzó como una denuncia por cobro indebido de material militar a conscriptos, fue creciendo poco a poco, como una bola de nieve. Con el paso del tiempo pidió que se investigara el mal uso de material de guerra, la utilización de recursos fiscales y humanos para beneficio personal y malos tratos hacia el personal de menor rango. Era sólo la punta del iceberg. Las pesquisas derivadas de dichas denuncias abrieron las puertas para destapar uno de los mayores casos de corrupción al interior de la institución castrense. El denominado “milicogate”, estaba ad portas de ser develado.

Han pasado casi cinco años de aquel bullado escándalo y la magnitud del hecho sigue plenamente vigente, tanto en la opinión pública como en la vida del capitán Harvey, que desde su primera denuncia se ha enfrascado en una suerte de tira y afloja. Si en 2015 ostentaba una calificación en la lista 1 del Ejército, es decir, "sobresaliente", ahora, tras años de investigación en curso y en pleno 2020, se le ha asignado a la lista 4, en la categoría de “deficiente”, razón que se arguyó para darlo de baja.

A pesar de ello, Harvey coincide en dos cosas: que el hostigamiento, como así lo define, comenzó tras su primera denuncia de corrupción al interior del Ejército y que la acción de pasarlo a retiro ya se habría intentado aplicar previamente, sólo que ahora lograron materializarla.

Medios en la mira

Fue en este contexto que el jueves 4 de junio, Rafael Harvey se presentó en el programa de La Red, Mentiras Verdaderas, para contar su versión de los hechos.

Como consecuencia, al día siguiente, el Ejército replicó por medio de una carta firmada por el general de Brigada, Cristián Guedelhoefer, dirigida al director ejecutivo (i) de la estación, Víctor Gutiérrez, donde la institución alegó falta total de objetividad en la entrevista solo por no haber sido consultados; de igual forma, acusaron a Harvey de mentir, señalando que “los hechos relatados no se ajustan a la realidad” y pusieron en perspectiva supuestas faltas a la disciplina en la hoja de vida de Harvey, exigiendo, de paso, el derecho a aclaración contemplado en la Ley de Prensa 19.733, instando a La Red a leer el mismo comunicado enviado desde la entidad en idéntico día y horario que tuvo lugar la entrevista con el capitán.

Es un hecho. El Ejército vigila de cerca las comunicaciones de los medios masivos, atentos a cualquier desprestigio y con sus armas comunicacionales listas para replicar. Sin ir más lejos, a fines de abril de este año, la institución castrense puso su mira en Chilevisión, luego que una periodista, durante una transmisión en vivo, accidentalmente se refiriera a los uniformados como “milicos”. A raíz de ello, la rama de las Fuerzas Armadas envió una misiva a la estación, también firmada por Guedelhoefer, expresando su molestia y desencadenando, finalmente, la furia de los ejecutivos contra la profesional.

Harvey ya está cansado de las “cartitas”, como él lo expresa, las cuales, a su juicio, se configuran como una estrategia de amedrentamiento por parte del Ejército a los medios de comunicación. Ahora, en entrevista con El Filtrador, repasa las aristas de su mediático caso.


A propósito de la carta del Ejército tras su participación en Mentiras Verdaderas, ¿siente que la más alta esfera de la institución ha tratado de perjudicarlo mediáticamente?

Por supuesto, se intenta perjudicar mediáticamente faltando a verdad y a los hechos. Pero hay un punto relevante: en ningún momento han cuestionado la veracidad de mis denuncias ni mi calidad de denunciante de hechos de corrupción.

¿Cree que hay algo más detrás de estas réplicas a los medios de comunicación por medio de cartas?

Lo han hecho cada vez que he sido entrevistado y siempre lo hacen con “cartitas” sin acompañar documentos. Me gustaría que me pusieran frente al comandante en jefe o al señor Guedelhoefer en un debate televisivo para desenmascararlos y dejarlos en evidencia pública de sus mentiras en sus cartas. De la misma forma, la señal que envían es de un amedrentamiento tan claro y explícito que es lo mismo que hicieron cuando espiaron el año 2017 al periodista Mauricio Weibel y a cuatro denunciantes de corrupción, entre esos yo. Para eso se ocuparon los recursos de inteligencia, para espiar a los denunciantes y no a los corruptos.

Antes de destapar hechos de corrupción usted estaba en la lista 1 de disciplina del Ejército y, ahora, después de sus declaraciones, aparece en lista 4. ¿A qué atribuye este drástico cambio?

Las calificaciones en el Ejército no son por opinología. Son las listas 1 , 2 , 3 y 4 y mi lista, hasta antes de denunciar, era 1. Los hechos son hechos y no apreciaciones cobardes en cartas. Mi denuncia del 2015 se demoró cuatro años en terminar. Mientras duró esa investigación no se me debió calificar. Sin embargo, en 2015 me pasaron a complemento, el 2016 me intentaron pasar a retiro, así como en 2017, 2018, 2019 y 2020.

Considerando los hechos acaecidos las últimas semanas, como la determinación tomada por el ministro Alberto Espina sobre su retiro y que ahora la decisión de ratificarla recaiga sobre Sebastián Piñera, ¿cree que esta estrategia comunicacional del Ejército para contrarrestar sus declaraciones tiene ribetes políticos?

Sobre el intento de desprestigio para con el único denunciante vigente del milicogate, ¿qué más se podría esperar de una institución que tiene en sus manos el segundo fraude fiscal más grande de la historia de Chile? Ninguna de las 32 aristas que lleva la ministra Rutherford fue iniciada por alguno de los comandantes en jefe, es decir, el Ejército nunca ha aportado antecedentes a la ministra. Creo que esta situación sí tendrá repercusiones políticas porque luego de lo que expondré en la Comisión de Defensa el próximo martes quedarán en evidencia situaciones gravísimas de falta de servicio de parte de la autoridad civil.

¿Qué espera de parte de las autoridades tras exponer ante la Comisión de Defensa?

Luego del martes espero que su excelencia el Presidente sea bien asesorado y deje sin efecto el retiro, respetando los tratados internacionales anticorrupción y ordene, en su calidad de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas según el artículo 32 numeral 18 de la Constitución, mi reincorporación inmediata para poder servir a mis compatriotas en pandemia. No es momento de deshacerse de militares, al contrario. El contenido de las 32 solicitudes de audiencia que solicité entre junio de 2018 y agosto de 2019, que fueron todas rechazadas por el ministro de Defensa, es gravísimo. Revelaré su contenido el martes.


De una u otra forma, la figura del capitán Harvey ha sido blanco de objeciones, tanto del Ejército como institución como de las voces que lo acusan de desprestigiar al organismo castrense a través de las reiteradas denuncias que ha efectuado sobre los hechos de corrupción en las Fuerzas Armadas. Sin embargo, y a pesar que algunos pudiesen ver la exposición de tropelías como un acto que va en contra del Ejército, Harvey piensa que es todo lo contrario; que a la larga esconder la basura bajo la alfombra le hace un flaco favor a la entidad, debilitándola tanto en su desarrollo institucional como en probidad. Lo correcto, bajo su prisma, es denunciarlas. A fin de cuentas, ¿qué daña más al Ejército?