5…4…3…2…1… ¡Feliz toque de queda! Nadie celebra, pero las cacerolas siguen sonando a pesar de la advertencia gubernamental. No es Año Nuevo, pero sí marca el inicio de un ciclo. La polémica cuenta atrás con que Canal 13 y Chilevisión optaron por colocar en pantalla para anunciar el comienzo del toque de queda, haciendo el descuento segundo a segundo para el inicio de la salida de las Fuerzas Armadas a las calles, se convirtió en un símbolo de la cobertura mediática de los medios para las manifestaciones masivas en Santiago y regiones. Y se convirtió, además, en una suerte de declaración de principios de la televisión criolla.
Desde que las protestas por la reivindicación de derechos sociales iniciaron el lunes pasado, varias postales han quedado de los destrozos, de la violencia, de las llamas que consumen una estación de metro o un piquete de Carabineros enfrentándose a un grupo de estudiantes. Hoy es simplemente fuego en 41 estaciones de Metro, en diversas automotoras, en buses de la locomoción colectiva. Todo transmitido por los canales de televisión, que, en su mayoría, se han extendido en sus transmisiones con el fin de no perderse de ninguna barricada en vivo y en directo.
A pesar de todas las imágenes emitidas durante estos días, la televisión no ha puesto hincapié en las razones de fondo que llevaron a la ciudadanía a manifestarse con inusitada rabia. Y es que, si bien Chile enfrenta una profunda crisis social, la televisión transita por su propia catarsis, siendo blanco de variadas críticas a su rol fiscalizador y a la realidad que los medios han estado construyendo "frame a frame".
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Ojo a la Tele
Es el viernes por la noche. El periodista de Chilevisión, Roberto Cox, se desplaza incómodo entre los manifestantes. Busca la estructura de un bus consumido por las llamas como paisaje ideal y realiza su despacho en vivo sobre los enfrentamientos entre Carabineros y encapuchados. El comunicador continúa su marcha hasta que divisa gente en un paradero. Busca declaraciones. Pregunta a un transeúnte qué piensa sobre las manifestaciones masivas ocurridas durante los últimos días. El hombre, prospecto superficial de un ciudadano de bien, no mira a la cámara, tampoco a Cox. “Mire, si le digo, sinceramente, yo creo que no sacamos nada con pararnos pacíficamente. Creo que las palabras pacíficas las toman para la chacota. Estas actitudes, por más desdeñables que sean, y muy repudiables que la gente lo ve, es un ejemplo de que tienen que responder con más ahínco, porque yo digo que esto no se queda así, esto no va a parar”. El periodista se ve incómodo, mira las manifestaciones a su alrededor y tras un agradecimiento formal a su entrevistado, retira el micrófono del alcance de sus palabras. La misma cobertura fue duramente criticada por el excesivo enfoque en imágenes centradas en retratar el caos en el corazón de la capital.
Chilevisión no ha sido el único canal expuesto a los cuestionamientos de los televidentes. También TVN, donde los comentarios de Matías del Río, llamando a la gente en la calle a “defender las estaciones de metro” no dejaron indiferentes a nadie. Está Canal 13, donde Miguel Acuña le quita sutilmente el micrófono a una mujer que emplaza al Gobierno por decretar Estado de Excepción sin las garantías de transporte necesarias. Y por último Mega, que sigue el mismo patrón de enfoque en los destrozos y no en el descontento generalizado de la ciudadanía.
Saqueos
5…4…3…2…1… ¡Feliz toque de queda! Nadie celebra, pero las cacerolas siguen sonando a pesar de la advertencia gubernamental, no es Año Nuevo. Pasaron las 22:00 horas del sábado. Ahora el foco son los saqueos. Las imágenes difundidas por redes sociales sobre militares armados marchando a hacer efectivo el toque de queda, de Carabineros golpeando a manifestantes, de protestas pacíficas realizadas en lugares tan insólitos como La Dehesa, ya no importan. No son lo suficientemente atractivas para la televisión.
En la calle son más las voces que gritan por un cambio que las barricadas encendidas. Sin embargo, se ha planteado una situación inversa. Los micrófonos no están en la boca de los manifestantes. Las cámaras están sobre los desmanes, el caos y el tenso ambiente que se vive en la capital.
Y es que en estudios de comunicación existe el denominado “paradigma de las protestas”. En términos simples, dicta que la fuente de comunicación definirá la controversia pública, vale decir, cuando las cámaras se enfocan en los desmanes, en desmedro de las manifestaciones populares, la discusión ejercida por los ciudadanos y las autoridades, se dirigirá hacia allá. Ya no discutimos sobre lo que originó las protestas, sino de los saqueos y actos vandálicos. La cadena se alarga, las voces se diluyen.
Esto los periodistas lo saben, incluyendo a los que trabajan en televisión. Roberto Cox lo sabe, Matías del Río lo sabe, Miguel Acuña lo sabe. Y también lo sabe el Colegio de Periodistas de Chile, que, en un comunicado emitido la tarde de este sábado, señaló que “entendemos que estas movilizaciones sociales- que hoy significan una represión a la población- son consecuencia de una profunda desigualdad e injusticias sociales en el orden económico, laboral, de salud y previsión que tiene asfixiados a trabajadores y trabajadoras. Hacemos un llamado a los medios de comunicación a poner en el centro este principio de libertad de expresión junto con garantizar el derecho a la información en momentos donde prima la incertidumbre”, sostienen, junto al repudio, a la determinación gubernamental de declarar Estado de Excepción y posterior toque de queda.
Sin embargo, la emisión de dichas imágenes no es al azar, tiene dos filtros: uno de prensa y otro comercial…
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Cuestión de sintonía
Los números que marca el rating indican exitosas cifras, impensables para cualquier canal en un fin de semana normal, pero no es un fin de semana normal. La muerte de un canal no es televisada y es por eso que la dura competencia en la que se enfrascan las emisoras no se detiene. ¿Qué vende más?
En concreto, según información de El Filtrador, las jornadas de cobertura por las manifestaciones y actos vandálicos en Santiago y regiones alcanzaron un total de 57 puntos de rating repartidos en: Chilevisión con 17 puntos, TVN con 15, Mega 14 y Canal 13 con 10. Todos luchan por obtener la mayor cuota de televidentes sintonizando sus emisiones.
Basta echar un ojo a las cifras en los ingresos de estos canales para comprender porqué resulta primordial el atractivo en sus transmisiones.
La mayoría de los grandes canales de televisión figuran actualmente con números rojos. TVN cerró con un déficit de $ 4.126 millones, Canal 13 con pérdidas de $4.866 millones y Chilevisión con un retroceso de $2.583 millones. El único canal que escapa a la norma y que cerró con dinero a favor fue Mega, con tímidas ganancias de $1.480 millones para un gran conglomerado comunicacional.
El Cadáver de la prensa
La gente notificó las falencias y los profesionales de la comunicación también. En esta línea, El Filtrador buscó la opinión de los demás colegas sobre el tratamiento que da la televisión a las últimas protestas a lo largo de Chile. Se habla del centralismo en las coberturas, de la baja confiabilidad en la TV, del análisis superficial realizado sobre la materia, de la ya mencionada tendencia a mostrar los daños por sobre las demandas de la ciudadanía. Incluso se habla de la televisión como “un medio de impacto y no de reflexión”, todo en palabras de personas que han dedicado su vida al ejercicio del periodismo.
Volvemos al sábado. Tras su despacho la noche del viernes, Roberto Cox se convirtió en tendencia en redes sociales por la polémica cobertura. Cerca del mediodía, merodea entre las protestas ocurridas en la Plaza de Ñuñoa. El periodista no alcanza a terminar su transmisión cuando es increpado por manifestantes a raíz del trabajo realizado el día anterior. Acto seguido, en medio de gritos y abucheos, el comunicador se retira junto a su camarógrafo del lugar.
Es el clamor popular ante la comunicación en tiempos de crisis y la construcción de realidades a partir de los medios masivos, lo que obliga al rostro de Chilevisión a abandonar el lugar. Los hechos sin contexto, sin interpretación, no constituyen una realidad. Y por el poder que detenta la televisión hoy se exige un análisis más profundo.
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